miércoles, 4 de febrero de 2009

LUCHA EQUIVOCADA



En la refinería de Lindsey, Inglaterra, de la empresa Total, se va a construir una nueva unidad de producción. Se ha contratado a una empresa italiana que va a desplazar su propia plantilla de trabajadores.


Esta ha provocado el inicio de movilizaciones para protestar por la contratación de mano de obra extranjera para realizar trabajos que pueden realizar los propios británicos.

Las protestas iniciadas, bajo el lema "empleos británicos para trabajadores británicos", enseguida han sido calificadas de racistas y proteccionistas. Y con razón.

Ha sido una torpeza elegir un lema así cuando la lucha planteada es justa en origen.

Debería haberse encaminado la lucha exigiendo que sea del país que sea el trabajador que haga los trabajos, los derechos y retribuciones sean los mismos. Es decir, que se cumpla para un trabajador italiano o portugués lo que se debe cumplir para un trabajador británico.

Ese planteamiento hubiera puesto realmente a todos los trabajadores en el mismo lado. El lema elegido los divide. La fuerza de lucha se fracciona. Los objetivos que se pretendía alcanzar nacen ya derrotados.

Un médico español que es contratado por un hospital británico no recibe el salario que recibiría en España. Por tanto, sea cual fuere la empresa elegida, debería exigirse una serie de garantías para los trabajadores contratados, de la misma manera que de cara al cumplimiento de las medidas de prevención de riesgos laborales, se le hará cumplir a esa empresa y a sus trabajadores las normas que rigen en territorio británico.

SUBCONTRATACIÓN

Es el otro problema subyacente en estas movilizaciones iniciadas. Total Oil, que es la empresa propietaria de la refinería, contrata a una empresa británica, Jacobs, para hacer esta nueva unidad de producción, que a su vez subcontrata la ejecución a una nueva empresa, esta italiana.

El precio que le pagan a la contratista Jacobs se supone que es el justo por el trabajo y además está calculado en base a los costes laborales de Inglaterra. Esta, lo subcontrata todo a otra empresa, descontando, evidentemente, su beneficio. Y al final aparece la empresa subcontratada, que presenta una oferta muy buena porque sus costes laborales son menores que los de una inglesa.

Debe exigirse de una vez por todas que las empresas que concurren a la contratación de obras de este calado cuenten con los medios suficientes para hacerse cargo de ellas, y no sólo en lo que respecta a personal técnico, si no a los medios que le permiten acometer por lo menos una parte importante de los trabajos reales.

2 comentarios:

Waldeska dijo...

Se pueden decir más cosas sobre este tema pero no más claras

Alberto dijo...

Los tintes xenófobos del lema escogido son incuestionables. Tambien es cierto que un lema como "para trabajadores en el mismo empleo, mismos derechos", no respondía a las reivindicaciones de los trabajadores británicos.

La defensa de los puestos de trabajo de los empleados de la planta británica de Total debería haberse hecho en realidad no contra quien no siendo británico ocupa los puestos de trabajo en GB, sino contra quien siendo directivo deslocaliza la producción o la subcontrata a empresas de otros países con costes laborales inferiores.

Regular eso es extraordinariamente difícil, fruto de la anarquía jurídica que reina en el impreciso dominio de la Globalización. Las diferencias en los costes laborales se deben básicamente a la fiscalidad y las condiciones socio-económicas de cada país, factores ambos muy heterogéneos.

Además, en caso como este ¿qué habría que regular? ¿Prohibición de contratación de mano de obra de países con Costes laborales inferiores en un determinado % a los británicos? ¿Prohibición de la subcontratación?...

En mi opinión este es más problema de índole ética que jurídica. El capitalismo bestia que no se para ante consideraciones como las consecuencias que sobre la sociedad tienen sus decisiones.