domingo, 11 de enero de 2009

LA NIEVE

Frente a las noticias que se ha estado viendo estos días pasados en algún informativo, que pretendía poner dramatismo a la situación que había por el temporal de nieve en algunos lugares, lo que realmente veía detrás era muchos niños pasando uno de los mejores días de sus vidas. Tirándose nieve, bajando por alguna cuesta con trineos o lo que pudiera semejarse, haciendo algún muñeco de nieve...

Muchos de los mejores recuerdos que guardo de mi infancia están unidos a los días que amanecían con mi pueblo blanco por la nevada.
Hoy, cuando nieva, en mi interior siento una alegría especial, sobre todo cuando puedo salir a pisarla, a tocarla, a dejar que me vaya cayendo.

Y por eso hoy quiero poner alguna de las fotos que en el pasado mes de Noviembre hice con las primeras nevadas que cayeron en el Valle de Tena, en el entorno del Pantano de Búbal.

El Pueyo de Jaca. El final del Otoño.


Doble belleza. La de una rosa que aún quería nacer. La de la nieve que acaba de caer.

Puente viejo de Saqués. Sólo queda oculto cuando el pantano está practicamente lleno.


Campo de fútbol de El Pueyo de Jaca, junto a Panticosa.


Jugar un partidillo con los amigos, con el campo nevado, un día magnífico de sol y con Peña Telera de fondo...



Peña Telera. Los paisajes de la infancia siempre te hacen sentir mariposas en el estomago cuando vuelves a verlos.


La Artosa. La finca más grande que se tragó el pantano de Búbal, aproximadamente 57 hectáreas. Búbal, Polituara y Saqués murieron con el pantano, todos los campos de cultivo iban a quedar bajo las aguas. Gran parte de los vecinos de El Pueyo de Jaca también se fueron. Unos pocos a los pueblos de colonización que se crearon en lo Monegros y recibiendo lo que se denominó "lotes", como compensación. Otros, la mayoría, hacia la entonces floreciente e industrial Sabiñánigo. Rondaba el año 70.

Una de esas florecientes industrias era ALUGASA que luego fue INESPAL, siendo ahora ALCOA.

Aún hoy, cuando las aguas lo permiten, se pueden ver los restos de esta finca y de los edificios que en ella había, e intuir lo que fue.


La nieve siempre deja formas caprichosas y a veces texturas que parecen querer ser otra cosa distinta.

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