Todos sabemos, creo, a estas alturas, la desdichada historia de la niña Alba.
Ayer se dictó sentencia contra los responsables de que una niña de cinco años no pueda volver a hablar y que su vida sea dependiente para siempre. Me parece de lo más repugnante que un ser humano puede hacer. Al padrastro, como responsable, se le condena a 22 años. A la madre, la consideran culpable por omisión y la condenan a 20 años.
Sin embargo, esta sentencia deja una gran desazón. ¿Qué ocurre con todas las personas que han reconocido que se habían detectado los malos tratos pero que no se hizo nada?
La sentencia simplemente lo obvia. Ni siquiera hace una mínima cita a toda la cadena de errores y negligencias que han sido cómplices necesarias para que no se detuviera a tiempo el maltrato que sufría esta niña.
Nadie ha salido públicamente a pedir disculpas, -ya ni siquiera digo dimitir-, por todos los errores y falta de coordinación entre los diversos estamentos públicos que tuvieron conocimiento de la situación de malos tratos continuos que sufría Alba en lo que debería haber sido su hogar.
MÁS:
Un caso similar que saltó a la prensa el año pasado en Reino Unido.
Sin embargo, esta sentencia deja una gran desazón. ¿Qué ocurre con todas las personas que han reconocido que se habían detectado los malos tratos pero que no se hizo nada?
La sentencia simplemente lo obvia. Ni siquiera hace una mínima cita a toda la cadena de errores y negligencias que han sido cómplices necesarias para que no se detuviera a tiempo el maltrato que sufría esta niña.
Nadie ha salido públicamente a pedir disculpas, -ya ni siquiera digo dimitir-, por todos los errores y falta de coordinación entre los diversos estamentos públicos que tuvieron conocimiento de la situación de malos tratos continuos que sufría Alba en lo que debería haber sido su hogar.
MÁS:
Un caso similar que saltó a la prensa el año pasado en Reino Unido.
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