lunes, 17 de noviembre de 2008

16 AÑOS



He conocido, abrazado, besado, sentido, dudado, amado, sufrido, llorado, reido.

Me he decepcionado, emocionado, enamorado, apasionado, conmovido, entristecido, alegrado.

He soñado. Sigo soñando.

He ido, he vuelto. Me he vuelto a ir. Todavía estoy yendo.

Creí encontrar mi sitio. Creí haberme encontrado.

Sigo buscando mi sitio. Me sigo buscando.

Pero algo es cierto. Estos 16 años, he vivido.



Y eso es lo que no ha podido hacer Eluana Engralo. Sigue conectada a los aparatos que mantienen su cuerpo con vida. Su cuerpo está en coma irreversible. Ahora tendría 34. Mi vida podría haber sido la suya.

"Desconectad las máquinas, dejad morir a mi hija, tened un poco de dignidad." Esto es lo que ha dicho su padre.
"Una monstruosidad inhumana y un asesinato." Esto es lo que ha dicho Javier Lozano Barragán, Presidente del Consejo para la Salud del Vaticano.
¿Puede haber mayor monstruosidad que alimentar el dolor de un padre viendo así a una hija, minuto a minuto, hora a hora, día a día, durante los últimos dieciseis años?
¿Puede ser algo más inhumano que impedir descansar su cuerpo de una vez en paz?

No hay comentarios: